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viernes, 2 de diciembre de 2011

El viaje del hombre (IV): Mongoles


La mujer de la imagen pertenece a la etnia más expansionista de la historia de la humanidad. Es mongol y según se nos explica en el pie de foto, "cuida el ganado trashumante por la inmensas llanuras de su país". La actual Mongolia poco o nada tiene que ver con el vasto Imperio que creció bajo el paraguas de Gengis Kan a partir del año 1206. Aquello sí que fue indecoroso. Casi 35 millones de kilómetros cuadrados de país, desde Corea hasta la orilla del Danubio incluido China e Irán, más de 100 millones de habitantes de los de entonces, y un sinfín de riquezas naturales que hoy volverían locos a los amos del universo financiero.

Pero a diferencia de los grandes imperios modernos, las conquistas de Kan jamás acarrearon la subordinación de otras culturas al estilo de vida mongol. Al contrario. Estaban ligadas a la destrucción en el caso de que encontraran resistencia pero si nadie se oponía se limitaban a saquearlas y se largaban con viento fresco. Nómadas patológicos, se convirtieron en un rodillo de la guerra. Hoy mantienen gran parte de las costumbres heredadas de aquella lejana época: Hombres y mujeres usan la misma vestimenta por lo que sigue siendo difícil diferenciarlos, y a los niños de tres años se los ata a sus caballos para enseñarles a montar. Por lo civil y lo criminal, como dijo aquel. 

Muy solidarios y comunitarios, el robo y las refriegas de bar prácticamente no entra en sus planes aunque el alcohol ha comenzado a causar estragos en barrios paupérrimos de la capital, Ulán Bator, desde la caida de la URSS, país que ejerció un proteccionismo descomunal sobre Mongolia durante la segunda mitad del siglo XX. La mujer de la foto trabaja bajo las temperaturas medias anuales más bajas del mundo. Hay días que sale a pastorear su ganado con -45 °C. Quizá esa fue una de las razones que empujaron a Gengis Kan a iniciar un viaje sin fin. Sólo con pensarlo se me hiela la sangre.


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