Hoy miércoles 5 de enero no habrá lugar para los inocentes en San Mamés. El destino futbolístico del Athletic aguarda camuflado de azulgrana, los colores del FC Barcelona. El empeta a cero en el partido de ida nos hace mantener la esperanza de que los milagros existen y, por lo tanto, podemos eliminarles. Pero parece algo tan complicado como que, de repente, se terminen todas las guerras. Los jugadores blaugranas llegan muy motivados, tanto como lo que les den de si los miles de euros adicionales que en caso de ganar la Copa engrosarán en sus ya rebosantes bolsillos. Y la gloria deportiva, claro.
Seguro que hoy las rutilantes figuras barcelonistas defenderán su meta con la bravura de un toro y correrán al contraataque como guepardos desbocados. Pero que el miedo no nos ofusque la mente. La realidad es que delante del Athletic habrá 11 futbolistas y no un equipo de cíclopes imbatibles. De nuestra parte estarán miles de ojos, gargantas y voluntades concentradas en que la trayectoria de un balón de cuero nos sea beneficiosa durante los 90 minutos más apasionantes de la temporada rojiblanca.
Hasta que concluya esta adrenalítica noche propongo tomar medidas contra el diablo. Pregunten por los remedios a las abuelas, a los pescadores que faenan en Gran Sol o a quienes crean de verdad que el destino del mundo no está en la naturaleza del hombre sino que en las alturas celestiales.
Supongo que cualquier cosa será importante para que hoy la bola sienta una atracción irrefrenable por entrar en la portería culé. No olvidemos que el Athletic se juega un sueño y el Barcelona un puñado de dólares. Con perdón para Guardiola y su genial tropa.
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