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martes, 6 de julio de 2010

"Estío", por Federico García Lorca


Ceres ha llorado
sus lágrimas de oro.

Las profundas heridas
de los arados
han dado racimos
de lágrimas.

El hombre bajo el sol
recoge el gran llanto
de fuego.

El gran llanto de Cristo
recién nacido.

(Cruz,
aspa,
llama.)

Ceres está muerta
sobre la campiña,
su pecho
acribillado de amapolas,
su corazón
acribillado de cigarras.

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