"Todo hombre normal se siente a veces tentado a escupirse en las manos, izar la bandera negra y empezar a cortar pescuezos". H.L. Mencken
Un enorme titular debería hoy acaparar las portadas de todos los informativos y diarios del mundo: "La ONU retrasa la ayuda alimentaria a Somalia". O quizá otro, aún más preciso y esclarecedor: "La burocracia del primer mundo impide el envío de alimentos para paliar la hambruna en Somalia". ¿Qué más se puede añadir? Más de un millón personas aguardan con las manos vacías a que alguien de un golpe en la mesa y diga que esta parafernalia de permisos y licencias aduaneras es intolerable. Que ya vale de tanta obscenidad. Que miles de seres humanos están muriendo de inanición en el siglo XXI. Pero, claro, hablamos de África, del cuerno de África, de un puñado de gente que sólo sirven de abrevadero a las moscas más crudas del Universo.
Naciones Unidas acaba de realizar un llamamiento internacional desgarrador para poder hacer frente a la lacerante situación que allí campea. Se necesita urgentemente que los aeropuertos franceses agilicen los permisos para sacar el cargamento rumbo a Mogadiscio. El hambre alcanza ya cotas de auténtico paroxismo.
Algunas fotografías que nos llegan desde los campos de refugiados que organizaciones humanitarias han levantado con voluntad pero sin consuelo dañan los ojos de quien las observa. El niño de la imagen llora pero no sabemos si de rabia o de horror. Su mirada nos aporta una pista fundamental. Las autoridades sanitarias miden el volumen de su consumido brazo. Mejor no seguir.
Esta fotografía fue la más visitada la semana pasada por los amigos de Más que Ciencia: 1.437 lecturas
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