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sábado, 2 de febrero de 2013

El Ártico se funde


La fotografía fue tomada hace un par de semanas en el Ártico. En ella se muestra un témpano de hielo a la deriva, un iceberg acribillado por el viento helador de los mares salvajes del Polo norte. Visto así, no parece nada extraordinario en estas latitudes extremas. Pero hay veces que una imagen esconde algo oculto que se debe descifrar, como una huella dactilar en la escena de un crimen. Esta foto pertenece a este misterioso género.

La belleza contrasta con una anormalidad camuflada. Hace poco tiempo este paisaje estaba cubierto de hielo. Era un paso infranqueable para buques y animales marinos. Pero este año, el ritmo del deshielo estival fue extrañamente excesivo y vertiginoso. Tanto que las dos grandes rutas de navegación en el Ártico, la que bordea Rusia y la que sigue las costas de Canadá y Alaska, permanecieron abiertas simultáneamente. Y el invierno actual no está siendo suficientemente helador. Es la segunda ocasión que ocurre desde que el hombre decidió poner la técnica satelital al servicio de la observación para estudiar la evolución de los cascos polares. Y eso sucedió a principios de los años 70.

La otra vez que ocurrió algo parecido fue en 2008. Demasiado frecuente como para pensar en ciclos cálidos. La conclusión es que la Tierra sigue su ascenso hacia el punto de ebullición. Los desiertos ganan terreno, los humedales se repliegan y el agua, muy pronto, se convertirá en un valor de deseo del despiadado mercado.

Pero como todo en la vida, el mal y el bien son caras de la misma moneda. Y la obra del afrodisiaco desastre que sugiere la foto está en que los petroleros y mercantes que unen Asia, América y Europa han reducido considerablemente el tiempo de sus viajes. También los animales marinos han encontrado nuevos y sabrosos caladeros.

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