Las olas son la materia prima con las que trabaja Clark Little, surfista californiano de 45 años y fotógrafo desde que subió a una tabla para jugar en el agua. Su mayor característica artística es que fusiona las dos modalidades, es decir, surfea mientras saca fotos desde el corazón de la barra. O puede que sea al revés. Empezó a hacerlo para mostrarle a su mujer lo que sus ojos veían desde la tabla de surf, lo que su cerebro gestionaba en una décima de segundo, lo que corría por sus venas en un momento de plena excitación. El resultado queda a la vista. Es impactante y único. Pocos reflejan la ley de la gravedad como lo hace él con tanta maestría.
La imagen que ilustra este post fue registrada en Hawai. A pesar de la dificultad de elegir una foto entre centenares de ellas, a cada cual más impactante, la ola protagonista es un tubo perfecto de cuatro metros de altura que se traslada a varios kilómetros por hora con un fuerza arrolladora. Subirse en ella es una lotería. La serie completa de Little lleva dos años de gira mundial. Empezó en una galería de arte de Washington y posteriormente viajó por varias ciudades estadounidenses, México, Hawai y Europa. Por el momento no se conoce si llegará a España y, especialmente a Ecuador, donde en abril se celebró una prueba del mundial de surf en Montañita, Manabí.
Observar desde un cómodo sillón o en una sala de exposiciones toda la serie de las fotos con detenimiento es dejarse atrapar por un sueño. Nada que ver, desde luego, con vivirlo desde el agua, con el protagonista. Jugar de esta forma en el mar es una manera de matar el tedio, sin duda, pero sobre todo estimula el espíritu y endurece el corazón a base de pulsaciones aceleradas. Imagínenselo, entonces, y disfruten del paisaje.
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