"Lo que para unos es comida, para otros es amargo veneno" (Lucrecio, filósofo romano)
El escritor Joseph Conrad, quizá uno de los más grandes retratistas literarios de África, escribió una vez que no hay creencia tan ansiosa y ciega como la codicia ya que, en su medida universal, es la causa principal de la miseria moral y de la indigencia intelectual del mundo. Conrad percibió esta maldición a principios del siglo pasado pero desde entonces poco o nada ha cambiado.
Así lo ha debido de entender el jurado del Right Livelihood Award (Premio al Sustento Bien Ganado, en español) que la semana pasada concedió uno de sus galardones anuales, los conocidos como premios Nobel alternativos, a la organización GRAIN por denunciar las compras masivas de tierras cultivables de países pobres por parte de inversores financieros internacionales.
El resultado de este lucrativo negocio privado en la última década está siendo devastador. Seducidos por promesas de desarrollo inconmensurables, muchos gobiernos venden o arriendan sus campos a empresas extranjeras, a menudo grandes firmas multinacionales, para que apliquen un sistema de agricultura industrial a gran escala que en lugar de proporcionar alimentos produce hambre. La huella de una globalización depredadora.
Según los cálculos de GRAIN, entre 60 y 80 millones de hectáreas han cambiado de manos en el mundo con estas triquiñuelas desalmadas, es decir, el equivalente a la mitad del área cultivable de la Unión Europea.
Y al final, nada de lo prometido se cumple. Los alimentos se venden y los mismos que especulan con la comida lo hacen también con las superficies de cultivo. Los campesinos originarios son expulsados y a la población se les arrebata el fruto de sus tierras porque la producción en masa ya no tiene como destino el mercado local, sino el internacional.
Así está el mundo, cada vez más descerebrado y aturdido mientras el hombre complica su existencia comportándose como un lobo hambriento para el otro hombre. Conrad tenía razón. Hay veces que tengo la sensación de pertenecer a una especie que camina como un equilibrista ebrio al borde de un despeñadero.
El cantante del primer video es Ismael Isaac, músico de Costa de Marfil muy influenciado por el gran grupo marfileño Alpha Blondy. El tema es Magno Manko pertenece a su último CD, Black System.
La fotografía y este comentario fueron publicados la semana pasada en Más que Ciencia.
El último video corresponde a Geoffrey Oryema, músico ugandés que tuvo que huir de su país tras la llegada al poder del dictador Idi Amin Dada. El tema se titula Land of Anaka
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