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lunes, 26 de enero de 2015

¿Cómo creer a los periódicos?



Entre enfadado y decepcionado me he sentido al leer los titulares de la prensa española que hoy se vendían en los quioscos pero es que la entrevista concedida por Rajoy a Tele5 me ha rematado, me ha hecho revolverme en mi asiento.

Reconozco que ando caliente de tanta simpleza y descrédito. Ningún país europeo tiene una prensa tan análoga en docilidad, tan plana de contenidos, tan marcadamente partidista, como la que hoy existe en España. ¿Cuánto tiempo hemos esperado para que algún diario impreso plantee que la monarquía puede ser discutida desde muchas vertientes? ¿Alguno ha reflejado que los procesos independentistas que existen en España, como el de Cataluña o el País Vasco, pueden tener un fundamento ideológico en el mundo cambiante en el que nos encontramos más allá del aburridísimo juego electoral de miedos y fantasmas al que nos han llevado? ¿Sabemos cuál es el pensamiento de quienes reclaman la independencia, sin prejuicios preparados? ¿Qué conocemos de ellos, cuáles son los argumentos? 

Ahora en el plano internacional ha vuelto a ocurrir. ¿Por qué es populista Syriza y un motivo de reflexión general? ¿Acaso no lo es que la mitad de los griegos hayan perdido el 50% de su riqueza, que la pobreza infantil ronde el 40%, que los suicidios se hayan disparado hasta cotas inimaginables, que, en definitiva, millones de personas hayan sido reducidos por una economía de guerra, cuando no han sufrido ninguna, y que su deuda continúe creciendo hasta el 170% del PIB? ¿Puede denominarse a esto tranquilizador? ¿Son esos datos el resultado de una política responsable? ¿Alguien lo dice?

¿Por qué se aplican para destruir la reputación de un tipo que cobró una beca de aquella manera cuyo valor ascendía a ¡¡1800 euros!!!? ¿Y hay motivos para sentenciar de por vida a otro por cobrar 500.000 euros, también de aquella manera, mientras hacen lo imposible para que olvidemos el fraude, por ejemplo, de Bankia, de la Gurtel, de Valencia? Ningún medio dice ya que uno de los verdaderos sinvergüenzas de todo este descrédito usaba tarjeta black, fue vicepresidente del Gobierno, anda suelto y se llama Rodrigo Rato. 

¿Hemos olvidado que Rajoy escribió en serio aquel washapp para animar a su tesorero encarcelado y quienes hoy no encuentran calificativos para matarlo pusieron sus manos en el fuego por su honradez? ¿Que pruebas más se necesitan para procesar a estos políticos, para decir que ellos son el peligro, que ellos son los populistas y radicales? ¿Acaso alguien puede pensar que con semejantes antecedentes son gente responsable, de fiar? 

Y la prensa, ¿qué nos vende de ellos? ¿Cómo se escribe en España sobre una fuerza política que promete acabar con esta cleptocracia? ¿Hay miedo a contar la historia desde todos los frentes? ¿A ser despedido si se olvida quién ocupa el piso de arriba?

¿Por qué Otegi sigue en la cárcel? ¿Por qué Chávez era un Leviatán para el mundo? No son opiniones lo que busco, algo que pertenece al ámbito de mi privacidad o de la del director de un periódico. 

Hablo del periodismo, del estandarte de la libertad de pensamiento, no de esa muleta que utiliza el poder para imponer su criterio como algo absoluto. Lo que es correcto, cómo debemos comportarnos, lo que debemos temer, lo que nos beneficia. Esto pasa en nuestra prensa pero no en toda la que se imprime en Francia, en Italia, en Alemania, en Reino Unido, en Portugal ni en Grecia. Al menos no con tanto descaro coincidente. 

Tanta unilateralidad ha empujado a muchos a buscar prensa extranjera para completar su percepción sobre un hecho noticioso. Agradezco la cortesía porque he mejorado mi inglés y he avanzado un poco con el francés y el italiano. 

En esos países puedes encontrar periodistas que siguen bajando al infierno de vez en cuando para contarnos cómo les va allá abajo.

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